Archive for the ‘Londres’ Category

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Oxford 2004

18 marzo 2012

Understand the purest poet ever existed and admire the finest city in the world. Feel the creativity and inspiration that emanate from its spires, flooding the streets with Romantic verses and endless strings of imagination. Let the tides guide you through the intricate streets of mesmerising beauty and fill your imagination with stories of centuries past. Let your mind rest in the fresh meadows behind Christ Church, stroll along the river Thames, inhale nature and culture at equal parts and let your mind be taken. Grasp a glimpse of Oxford and be amazed forever.

Wake up.

Give yourself an hour and a half and you’ll get to the centre of the rush and chaos. Roll down the stomach of the monster, stop at every corner to admire a newer, even more impressive sight. Take a futuristic train, roll from rooftop to rooftop and from skyscraper to skyscraper. Stop at point zero and admire the city under your feet. Hop on a bus, let it take you anywhere. It’ll be fine as long as you got a camera. Try a galactic outfit and dance to a music you don’t understand. Fall in love. Do whatever you feel like: in London noone would judge you bad.

Dream.

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Farewell

17 diciembre 2009

Anónimo García was breed in a working class family in the outskirts of Zaragoza, a provincial city in NE Spain. As a young adult, his ideals (mainly multiculturalism, freedom, creativity, self-realisation, architectural beauty, environmentally sustainable living and respect for other living beings, among others) made him feel severely disappointed with his hometown and his fellow countrymen. In opposition, his arrival to Oxford in 2004 and London in 2005 left a profound positive mark on him, as he experimented how both cities embraced or promoted most of these ideals. London also offered him the chance to fulfil his potential in multimedia work, which he has used to support the Latin American community since his arrival to the city.

This series of digital photographs are a homage to the city in which García “was born for a second time”. The stills have been chosen to represent various aspects of what for him is London’s greatness, including some of his above mentioned ideals.

LONDON BEFORE MIDNIGHT View from Greenwich Park, 2007
HURRY UP, HARRY Thames Pathway in North Greenwich, 2008
EGO & ALIUM Westminster Tube Station, 2008
BRICK LANE 2009
HARMONY OF THE OPPOSITES Trafalgar Square during Pride celebrations, 2008
ROMEO Soho, 2009
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Read the review of the exhibition on page 22 of this newspaper
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Visit García’s blog here.
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Por qué el transporte en Londres no es caro

5 diciembre 2009

1. Con la tarjeta Oyster los viajes cuestan la mitad, y a partir del tercer o cuarto viaje en un mismo día los demás son gratis.

2. Los menores de 16 y los mayores de 60 no pagan.

3. Los estudiantes, desempleados y personas con necesidad tienen descuentos del 30% – 50%.

Estas medidas perjudican a los turistas, a los que no les llega a convencer la idea de pagar £3 por una Oyster, pero benefician a los londinenses, y entre ellos, a los que más los necesitan.

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Londres y yo

2 diciembre 2009

Certero. Vine a Londres por primera vez a los 14 años, y luego otra vez a los 15. No me enteré de nada. (Voy a poner muchos puntos y aparte para darle gravedad al asunto). Volví a los 23, y mi vida cambió. En Borough fui enjendrado por segunda vez. La cabeza me da vueltas con los recuerdos: Meteoro y yo viajando en metro, saliendo de la estación. Nuestra primera luz fue la del anochecer. Nuestra primera inalación, el aire freco y húmedo de la ciudad. Nuestra primera imagen, una iglesia neoclasica. Estábamos en Londres. Londres. Centurias pasaron por mi cabeza. Pasadas y futuras. Me imaginé miles de colores. Respiré la libertad. Vi energía recorrer la calle. Todo era distinto. Se respiraba una atmósfera única, de libertad, de amor al pasado, de mirar al futuro con la mirada alta. Como tocado por el Espíritu Santo, fui concebido de nuevo. Y eso era solo el pistoletazo de salida. Recuerdo muchas cosas de ese viaje. Diría que lo recuerdo todo, todo, pero no me creeríais. Recuerdo sobre todo la gente. En especial aquel viaje en metro, Meteoro y yo sentados frente a una moderna de pelo rapado, pantaloncitos casi inexistentes, media de rejilla rota, top rojo como de vinilo. La moderna sentada al lado de una musulmana de negro y velo por la cabeza. No pasaba nada. No pasaba nada! No se miraban mal. Ni siquiera de reojo. Tan normal les parecía. Tan normal me parece ahora a mi también. Pero entonces Meteoro y yo no cabíamos en nuestras pieles. Tan acostumbrados a las miradas de desaprobación, a los insultos, al desprecio de lo distinto. Cómo te voy a echar de menos, querida amiga.

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Que viva España (con estas diez cosas)

2 septiembre 2009

En España se vive como en ningún otro sitio. Bien lo sé yo. Jamoncico, siesta, buen fútbol, buen clima, vivir en casa de los papás hasta que te sale pelo por los oídos…

No obstante, y sin desmerecer, me llevaría conmigo de vuelta unas cuántas cosas de aquí:

1) Las tiendas de segunda mano.

2) La posibilidad de ser vegetariano

3) La posibilidad de ir en bici

4) La conservación de edificios antiguos

5) La iniciativa y participación ciudadana

6) El sistema de Organizaciones sin ánimo de lucro

7) El horario y la forma de trabajo. La preocupación por la creatividad, la distención de los trabajadores.

8) El verdor

9) La prohibición de fumar en lugares públicos

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El Barco Fantasma de North Greenwich

5 marzo 2009

Londres. Si para el caminante depara lugares sorprendentes a cada paso, al ciclista le reserva un nivel de sorpresas práticamente intolerable en cada viaje. La reacción natural del ciclista intrépido es limitar su capacidad de asombro, y no dedicarle más que una mirada ligera a lo que en otro sitio se convertiría en atracción turística de primera magnitud.

Hoy referiré un hallazgo del que tal vez no podamos hablar en esos términos, pero esa idea, obsesiva y recurrente en esta ciudad, hace ya tiempo que debía haberla plasmado aquí. Queda dicho.

Greenwich es un lugar hermoso e inspirador como ninguno, del que hacía ya tiempo que era amigo. Deleitaba con el siguiente recorrido a todas las visitas suficientemente aguerridas como para montarse en una bicicleta, y todas quedaban boquiabiertas: por el canal hasta Canary Wharf, fantástico, y túnel peatonal por debajo del río hasta Greenwich, toda una experiencia. Una vez con mi amiguete Pe fuimos un poco más allá, recorriendo North Greenwich hasta el O2.

North Greenwich, como la Isla de los Perros, es un antojo del Támesis. Mientras éste, ya casi hecho mar, se mece con aparente calma y las impresionantes alturas de Canary Wharf presiden la orilla opuesta, uno se va deslizando divertido por un circuito zigzagueante donde la única opción es continuar. Diversos hedores van amenizando el recorrido, procedentes de las añejas industrias que lo delimitan. En el camino, un alto, al lado del río, un solar; en un extremo, la Casa Sangrante, en el otro, el Barco Fantasma.

El Barco Fantasma de North Greenwich no es un barco cualquiera. Su curiosa forma, en L, hace dudar en primera instancia de su naturaleza marinera. Es necesario pararse en la distancia y verlo mecerse suavemente para darse cuenta de ello. Una vez corroborado el dato, su extraña forma vuelve a desconcertar al visitante, que busca detalles en su estructura para encontrar una explicación. Por fin, un medidor de alturas a lo largo del palo vertical de la L, junto con un lecho de maderos y unos oxidados mecanismos, le dan a entender que se trata de una especie de barco reparador o transportista de otros barcos.

Mi amigo Pe, aventurero, saltó valientemente a cubierta; yo no lo hice hasta la siguiente visita. Más golosa que la cubierta, excitante pero prácticamente yerma, se presentaba la parte superior, con una casetilla y varios volantes que presumíamos moverían los mecanismos. Pero la escalera para subir, que era hueca y discurría por la parte de atrás directamente sobre el agua, tenía unos cuantos peldaños serrados, y alambre de espino en la barandilla.

Aún sin poder subir, el Barco nos fascinó. Su desgarbada magnitud, su propósito incierto, su extraña forma, su indefinida antigüedad, alimentaban nuestra imaginación vitamínicamente, y les preguntábamos a los ejes, barandillas y planchas por un nombre, una fecha que nos diese alguna pista. Callaban, y nada pudimos averiguar.

* * *

Tras el invierno, este fin de semana volví a visitar a mi amigo gigante, para presentárselo a Juan VI y Pe II. Pero ya no estaba. El solar se encontraba ahora cubierto de montañas de tierra, y sobre ellas gobernaba amenazante la Excavadora Destructora, amarilla y despiadada. Quise aventurarme al otro lado para llegarme hasta la Casa Sangrante, pero la Excavadora movía la pala desafiante. Sólo pude verla a lo lejos, horriblemente mutilada… sus ventanas, antes ciegas, estaban ahora llenas de luz, lo cual indicaba que ya le faltaba el techo…

North Greenwich jamás volverá a ser igual.

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Caridad cristiana

28 febrero 2009

¿Dije que los 149 eran agnósticos? Parece que no fue más que una alucinación…  Si no fuera por la prueba fotográfica, correría a tratarme de dislexia.

Autobuses cristianos

Autobuses cristianos

Letra pequeña

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Fiesta!

3 febrero 2009

Ayer en vez de ir a trabajar me dediqué a hacer esto:

hice esto.

Tra la rá

Ni los diez millones de habitantes de Londres, todos haciendo muñecos de nieve y guerras de bolas a la vez, lograron que desapareciera la nieve de las calles. Imagínense la que cayó.

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Caridad agnóstica

27 enero 2009

Quisiera defender a los 149 frente a nuestro burgomaestre Boris Johnson, que, como a otros de su especie, me los tiene amenazados de muerte.

Merecen mi apoyo por varias razones, pero en especial por su conocida obra caritativa: no hacen distinción por nivel adquisitivo, y en uno de esos frecuentes momentos de apuro son los únicos que te llevan a casa sin pedirte nada a cambio, ni mirar en uno nada más que la pura necesidad de regresar al hogar. Y lo que es más, a los que no tienen tal cosa les proporcionan un lugar calentito y blandito donde pasar la noche, de aquí pallá y de allá pacá, y hasta les ronronean y mecen mientras duermen.

Autobuses agnósticos

Los 149 son autobuses agnósticos. También hay vagones de metro cristianos pero, como el resto de congéneres, éstos sí que cuestan dinero, y más desde el comienzo del año. Por lo demás, en ninguna otra cosa se diferencian de los otros vagones, y yo los uso de manera indistinta.

Vagones ateos

Vagones cristianos

[Anuncie su propio eslogan aquí – visto aquí]

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Auge y declive de Camden Town

24 noviembre 2008

El mercao de Camden Town es bien famoso para aquellos turistas «alternativos». Tanto tanto, que ya no es alternativo a nada, y familias enteras vienen a fotografiarse con los punkis del canal como quien se fotografía con los guardias esos de sombrero alto y guerrillera roja.

Por lo cual le podríamos llamar el «Nirvana» de los sitios turísticos de Londres, cosa de no poca honra. Veamos por qué en detalle.

Auge

El primer mercado en Camden Town fue de artesanías y abrió en 1973 a orillas de Regent’s Canal -antigua vía de transporte de mercancías, por entonces ya en desuso-, sobre edificios industriales y almacenes a los que el progreso había dado la espalda. Se fue extendiendo rápidamente, mimetizándose con la antigua infraestructura: aquí las tiendas se albergan bajo los arcos de un treneducto, allí se utiliza la estructura de un hospital para caballos, etc. en un claro ejemplo de ese reciclaje arquitectónico al que tanta afición le profesan los británicos (y que tanto deleita a servidor).

Pero su caracter tal vez se lo fuera confiriendo el cercano Roundhouse. El Roundhouse es un edificio construído en 1846 para que las locomotoras de vapor pudieran dar la vuelta, y de paso repararlas y quitarles las cenizas, que se comenzó a utilizar como sala de conciertos en los 60 -qué mejor lugar para la música in que uno reciclado-. Por nombrar un par de ejemplos, diré que fue en el Roundhouse donde los Doors dieron su único concierto en el Reino Unido (1968); y los Ramones su primero, en 1976. Aten cabos.

Alrededor de esos conciertos florecieron la moda y la cultura relacionada con este tipo de música, e hicieron de Camden Town su epicentro durante años. Por nombrar otro par de ejemplos, Madness tuvo aquí en los 80 su morada espiritual (en el Dublin Castle, Parkway), y Pulp lo nombra en alguna canción de su álbum Different Class (1994).

Con este caldo de cultivo, el mercado se ha hecho enorme y ha acabado comprendiendo cinco zonas diferentes (Camden Market, Camden Lock, Canal Market, Stables e Inverness Street), además de numerosas tiendas, bares y clubs. En ellas podemos encontrar todo, o casi todo, que no es lo mismo, pero es igual: ropa vieja, hortera o gótica, cosas usadas y nuevas, caras y baratas, grandes y pequeñas, exposiciones, comida de aquí y allá, y gente de lo más variopinta, entre muchas otras cosas más.

Y tras liquidar de un plumazo cuatro décadas de música moderna, desde los sesenta hasta los noventa, nos cabe preguntar: y en los cero, ¿qué?

Declive

El tiempo, la fama y el dinero han traído a buitres que se han comido o dejado sin pan a los comercios tradicionales (Velvet Illusion, con los coches letreados, Black Rose, con su Drácula custodio, han quedado reducidos a una broma en los últimos tres años). Chinos con comida de dudosa reputación inundan los establos, tiendas de ropa colorida y de mal gusto sustituyen a pubs legendarios. Artistas o diseñadores de moda alquilan un pequeño puesto con la esperanza de ganarse el pan con su arte, hasta que el coste y las largas horas de trabajo (¡en fin de semana!) acaban con ellos. Y para rematar, el reciclaje arquitectónico se olvida con el olor del dinero, y empieza la muerte de los antiguos espacios enladrillados en favor del cristal y el acero. Los nuevos edificios acogerán muchos más puestos… de abalorios chinos y cosas rosas.

Pero lo que ha sido ha sido, y como quien va a la Bastilla de París sólo por ver una plaza fea, la visita a Camden Town es obligada, curiosa y divertida.

Cómo visitarlo

Coloco a continuación un mapa que he diseñado en exclusiva para las lectoras y lectoros de este diario-e, que les brindará grandes satisfacciones a la hora de visitar tan mítico emplazamiento, y les desviará del recorrido ovejuno habitual para ver en una hora algunas maravillas de sus alrededores:Mapa Camden Town

Las condiciones ideales para esta ruta son las siguientes, y en ese orden: fin de semana, barriga vacía, primavera. Lo primero es importante para el punto segundo, lo segundo para el undécimo y lo tercero para el quinto, si es que se me entiende.

1.- Suponemos que usted llega en metro y se baja en la estación de Camden Town, o tal vez llega en bus con la ayuda de esta guía.

Camden Lock. El dedo señala el puesto de hmaburguesas veganas.

Camden Lock. El dedo debajo de "food" señala el puesto de haburguesas veganas.

2.- Se pone a caminar en la dirección lógica: tomando Camden High Street hacia el norte. Se encuentra con tiendas, mercados, punkis, turistas españoles, cruza el canal, compra un zumo de naranja al negrito de sombrero fruteado de debajo del puente, una hamburguesa vegana casera un poco más adentro (donde la «o» de «Camden Lock» en el mapa), entra a los establos. Puede aprovechar para hablar con los locales y mostrar su afición por la vida y obra de Sid Vicious, pero no lo hace. En cambio visita Cyber Dog, «la tienda cyberpunk con vestidos ciencia-ficticios, complementos biónicos, trajes galácticos«. Sale de los establos y sigue caminando por la misma calle, que ahora se llama Chalk Farm Road. Este cachillo se le hace más aburrido, pero con una mirada detenida descubre unos cuantos pubs con gente guapa. Por fin llega al…

3.- …Roundhouse, edificio declarado de interés histórico, y recuerda todo lo que he dicho anteriormente.

4.- Gira por Regent’s Park Road y se sorprende con un grafiti legendario de Banksy. Sigue caminando, fortaleciendo las piernas, y tras pasar el puente de la vía llega a un barrio muy inglés y muy bonito, Primrose Hill, con sus casas y sus tiendas tradicionales. Aprovecha para conversar por la gente local y muestra su admiración por la familia real británica. Se despide cordialmente y entra en el parque del mismo nombre, y sigue fortaleciendo la masa muscular del pernil.

Londres a sus pies y a los de los marcianos.

Londres a sus pies y a los de los marcianos.

5.- Llega a este punto álgido. Contempla Londres a sus pies, y hace una foto panorámica con la que sorprenderá, qué duda cabe, a su familia y amigos. Aprovecha para pegar la oreja a un señor cuarentón entendido que explica a sus acompañantes que aquí hubo instalada una batería antiaérea en tiempos de la II Guerra Mundial. Los acompañantes afirman pensativos, poco les cuesta ver el porqué; y nadie se da cuenta, pero usted ya ve aparecer una tanda de aviones de alas redondeadas por el sudeste, y se imagina el humo viniendo de más allá, la sirena, los gritos del mando, el ruido, el olor a pólvora. Mientras tanto, la mente del señor cuarentón retrocede cuarenta años más y, aunque no lo dice, se imagina una colonia marciana en desarrollo, según leyó en La Guerra de los Mundos, y comprueba con horror que aquello que se mueve en el aire es un hombre, un instante después lo ve desaparecer y a continuación escucha un grito terrible y el gozoso ulular de los marcianos. «Enrique Iglesias. Creo que vive por aquí», dice alguien de pronto, y tanto el señor cuarentón como usted experimentan un gatillazo intelectual. Tras unos segundos en blanco, se pone una alarma mental: ver en Wikipedia qué pasó y quién vive o vivió en Primrose Hill en cuanto llegue a casa. Londres nunca dejará de sorprenderle, piensa.

6.- Baja al estilo salchicha, con cuidado de no atropellar a ningún peatón. Sale por la esquina sudoeste del parque y cruza el canal por el puente que queda enfrente.

7.- Contempla en este punto las cebras y las jirafas y algún otro animal extraño cuyo nombre no conoce.

8.- Cruza el mismo puente de vuelta y, nada más dejarlo a mano izquierda baja al canal por un camino empínadísimo abierto entre la maleza. Ve la opción de una rampa asfaltada un poco más arriba pero, por supuesto, la desecha.

9.- Pasea por el magnífico canal, admirando las barcazas, observando las aves acuáticas, respirando el aire limpio. Ve jabalises y hienas y otros pájaros, encerrados. Contempla las casas, al otro lado, con sus jardines, sus minipuertos y sus barcas, y se imagina cambiando su octavo por una de ellas. Súbitamente recuerda la descripción del poeta loco Rabdul Al-Hazred, y se propone releerla cuando llegue a casa.

10.- Compra lo que no había comprao antes.

11.- Come hasta reventar en este bufet libre de comida vegana tailandesa, por sólo £5.50! (£6.50 a partir de las 5 de la tarde o en domingo).

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Entradas primas-hermanas
* La Banda del Coche, sobre una banda que solía tocar en el techo de su coche rojo por las calles de Camden Town.
* Predicadores, con fotos del predicador local, que suele desarrollar su misión proselitista a la salida de la estación de metro de Camden Town.