Miestras pasaba un verano con unos amigos en el Pirineo navarro, a Sergio le dió un ataque en la espalda. Tras tratarlo en una enfermería de pueblo, lo llevaron al hospital en Pamplona.
– Sergio, ¿te pasó porque te caíste?
– No, no, me pasó sin más.
– ¿Y antes? ¿Te habías caído antes de algún caballo?
– No, no.
– Pues las radiografías muestran que esto es un golpe.
Un golpe.
Sergio recordó el campo.
El juego del péndulo.
Estar colgado por las muñecas y ser golpeado con un saco mojado mientras se balanceaba.
Los golpes le causaron un trauma perpetuo en la espalda.
Las cuerdas atrofiaron sus manos.